martes, 1 de marzo de 2016

Televisión a Color

¿Cómo soportar?

¿Cómo observar y quedarse quieto mientras destruyen lo poco que quedaba de este endeble cuerpo?

Las hormigas van subiendo una a una hasta entrar por los orificios de mis ojos y ahí guardar toda la evidencia para presenciarla ante mí eternamente como un espectáculo talk show en el que el único que no sabe actuar soy yo. Sonriendo donde no debo, llorando cuando no me lo indican, gritando cuando el guión marca un silencio interminable.

Las hormigas en los ojos me impiden ver lo que me imprime la pantalla y las oigo reír, carcajearse, como pequeños cinceles en la roca de mi cerebro inerme. Y la gente se ríe entonces aun más y en sus casas cambian el canal por lo patético y la mala señal de la imagen: un yo borroso, sibilante, punteado, indefinido, una comida al día, manchas bajo los ojos de vigilia adormecida y entonces el canal cambia y ya no veo más que las patillas escalándome por la retina.

En ocasiones se duermen y oigo la voz de aquel que yo soñaba y repetimos sueños, fingimos que la casa oscura sigue en pie sonriéndonos de ventana a ventana como con cara de bienvenidos a casa, tras años del adiós, y nos abrazamos y bebemos las bebidas más frías y ahora reímos, pero reímos tanto que una primer hormiga se despierta y con ella las demás, para volver a observar, desde el fondo de mis ojos, las borrosas pruebas de mi añejamiento, mientras él viaja por el angosto fiordo de angustia de sus años pequeños.

La pantalla nuevamente se enciende y vuelvo a fallar mi actuación.
Y luego con el control el botón, y sangro, el botón, y sangro, el botón, y sangro, el botón.

No hay comentarios: